Pasear por Barcelona es para mí fuente de inspiración, de relajación y de muchos descubrimientos. Es al caminar cuando siento mi ciudad más cerca, a mi ritmo y escala. Por eso, inicio esta serie, Mi Barcelona, sobre los lugares interesantes que voy encontrando cuando salgo de paseo.
El barrio de Poble Sec tiene el privilegio de ubicarse a las faldas de Montjuic y estar a la vez muy cerca del centro de la ciudad. Sobre todo la zona alta es una especie de oasis semiurbano según hacia donde gires la vista. Y cuando vuelvo de una ruta por esta maravillosa montaña llena de parques y jardines me detengo y observo con detalle los edificios de las calles colindantes. En uno de estos paseos descubro el nuevo Hotel Brummel. 20 habitaciones y 2 apartamentos en un edificio de 1870, cuya fachada se respetó a la vez que se transformó completamente y al detalle el interior. Un espacio de aire tranquilo, íntimo, imaginativo y flexible. Entro a comprobar que mi intuición no me engaña y me reciben con jovial familiaridad. Aprovecho para tomar un cóctel e investigar un poco más acerca de la reforma del hotel, llevada a cabo por la arquitecta Inma Rábano y el estudio Blankslate, llevado por dos australianos residentes en Barcelona.
Alejado de todo y, a la vez, a un paso de distancia de la ciudad, en Brummell se invita a los huéspedes a explorar Barcelona, y también a disfrutar del hotel. Christian Schallert, el artífice del proyecto, se declara un enamorado de la ciudad y la piensa como una dicotomía constante: «es urbana y natural, caótica y tranquila, local y cosmopolita, vieja y moderna. Hemos seguido esa misma línea para crear un sitio que encaja a la perfección con la ciudad.» Inspirado por la serie televisiva Hotel de los años 80 con James Brolin y Connie Sellecca, Christian decidió lanzarse a montar su propio negocio hotelero cuando descubrió este edificio en decadencia, hace tres años aquí en Poble Sec. El toque personal de este austríaco enamorado de Sri Lanka está impreso en todo el hotel, pensando en el detalle y la sorpresa, y en sus propios gustos a la hora de viajar: «Un personal atento y amigable es esencial. Me gusta poder preguntar cosas y que el staff tenga respuestas geniales… Me encanta cuando hay una pequeña sorpresa esperando en la habitación y cuando un hotel ofrece champú y gel de calidad.» Y así ha conseguido crear un hotel que desprende una sensación de atemporalidad gracias al juego entre iluminación, plantas y el respeto por lo tradicional. Un sitio único que mezcla mobiliario actual con antigüedades europeas y de Sri Lanka, obras originales de artistas locales y un ambiente tranquilo y agradable que invita a pasar el rato, descansar y acomodarse.
