Para dar la bienvenida a la primavera recuerdo el impacto de las flores en mi reciente viaje a Japón. Tanto en el campo como en la ciudad, los japoneses veneran las flores, como símbolo ornamental, de delicadeza, que les conecta directamente con la naturaleza.
Hanakotoba es el lenguaje de las flores: todas cuentan con un código propio, y con cada una de ellas se transmite un mensaje diferente. Desde la antigüedad, las flores han sido un noble y bello modo para dar a conocer y transmitir sentimientos y el rico lenguaje floral de Japón, lleno de significados y símbolos, tiene su mayor representación en el Ikebana, aunque está presente en la cotidianidad del país más allá de los distintos arreglos. Son objeto de regalo, adorno de las maikos y geishas, protagonistas del diseño de espacios y primera razón para organizar un viaje con el único propósito de visitar un jardín o las especies que crecen en una región determinada. Conocida es especialmente la época de floración de sus cerezos.
He vuelto fascinada por este vínculo de la cultura y filosofía japonesas, totalmente ligadas a la naturaleza, a la cual respetan de manera absoluta. Las flores simbolizan precisamente la naturaleza de la vida: transitoria y efímera a la vez que sagrada, a la que consideran inteligente no apegarse porque con el tiempo pasará. Sabiduría para el día a día y recibir esta nueva estación con los brazos abiertos.