Estos días que estamos en casa surgen reflexiones sobre los estados que nos puede generar vivir en un interior confinado, por lo que parece ser una amenaza externa. Este nuevo lugar y tiempo nos dan la oportunidad de ver las cosas desde otra perspectiva. Es bonito pensar que podemos utilizar la cuarentena provocada por el coronavirus para vivir en casa de otra manera, para expandir la vivencia y la conciencia de nuestros interiores, de este escenario en el que transcurre un momento excepcional.
Sin ninguna duda, estando garantizado el estado de salud, lo más importante es sentirse a gusto en casa y en el hogar que hemos creado. Quizá ahora se ponga aún más de manifiesto el valor de un diseño pensado con cuidado, a medida de quien lo habita. Estos espacios y la representación de sus diferentes rincones pueden llegar a hacernos capaces de sentir la expansión de sí mismos y de nosotros mismos. Aunque parezca paradójico, las diferentes perspectivas y momentos del día pueden presentar formas diferentes al ver con nuevos ojos los rincones de siempre, al variar los recorridos que tenemos costumbre de hacer, al posar una mirada renovada sobre las rutinas, al practicar con plena conciencia el arte de vivir en casa.
Ya han pasado algunas semanas en este escenario y comenzamos a comprender cómo desplegar una nueva forma de hacer, que poco a poco se vuelve más clara. Es interesante fijarnos en qué estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo, qué pensamos y qué sentimos mientras estamos en casa. A mí me gusta haberme dado cuenta de que este tiempo es el de dar valor a las cosas que realmente lo tienen. Aprecio más si cabe la compañía de vida que disfruto y la belleza de los objetos especiales que un día elegí. Confirmo la intuición que por ejemplo me hizo decantarme por las mesas del ceramista francés Roger Capron, que adquirí en el hermoso Palau de Casavells, dirigido por Miquel Alzueta. Estos días las disfruto especialmente cuando me tomo un pequeño descanso del teletrabajo o la infusión de después de comer. Miro también con cierta nostalgia, pero al mismo tiempo disfruto de los rincones pensados especialmente para mi nieta y confío en poder disfrutarlos con ella de nuevo pronto. También estoy dando especial uso a la zona de lectura que diseñé para un verdadero disfrute de mi pasión por los libros y las revistas, con sofá de Atemporal y la Lampe Gras de DCW.
Con todo, este tiempo se convierte en una oportunidad del cultivo interior en el interior. De rescatar el tiempo de calidad para mí y para la casa, para mi cuidado personal dentro de ella. Estar bien conmigo a solas y con quien me acompaña, llegar a los confines de mi propio espacio interno y del interior que habito, encontrar la distancia justa en el compromiso de estar en casa y en el respeto hacia los sentimientos propios y ajenos, hacia las formas de hacer de cada uno, hacia los espacios y los objetos que nos rodean y compartimos. Entendiendo que esta situación es transitoria pero apreciando lo que ha venido a enseñarnos.