La nueva Bodega Perelada reúne todo lo que para nosotros es una obra bien culminada, porque es elegante sin ser pretenciosa, transmite paz y armonía, y es un ejemplo de integración de la Arquitectura en el paisaje, en este caso del Alt Empordà. Este respeto por la naturaleza y el territorio es una marca de la casa de los RCR Arquitectes desde que, en un viaje a Japón a principios de los 90, entendieron que Arquitectura y Paisaje era un binomio indisoluble.
Durante la visita guiada a las bodegas, nos hemos dado cuenta de que en este proyecto no hay puntada sin hilo. Todo está sumamente pensado y bien resuelto, aunque a simple vista dé la sensación de Sprezzatura, ese gran estilo sin esfuerzo aparente. Y lo consigue a partir de una Arquitectura elegante y lujosa, entendiendo el lujo como la organización implecable de los espacios, el uso tan respetuoso por los materiales, el armonioso juego de volúmenes y las entradas de luz perfectamente calculadas.
La creatividad compartida de Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, que en 2017 ganaron el Premio Pritzker de Arquitectura, ha ido una vez más en busca de lo esencial, pensando el espacio en su contexto. Además de restaurar partes de la granja original anexa al castillo de Perelada, respetando sus elementos arquitectónicos como la bóveda catalana, el proyecto de los RCR ha enterrado la bodega de más de 18.000 m2. El resultado es una Arquitectura introvertida y silenciosa, que ha tenido en cuenta que una bodega del s.XXI debía construirse como espacio ecoeficiente y causando el mínimo impacto ambiental.
Y han sido tan rigurosos ajustándose a los criterios de sostenibilidad y eficiencia energética, que es la primera bodega de Europa que recibe la distinción LEED (Leadership in Energy & Environmental Design) Gold. Una cuarta parte de los materiales de construcción han sido reciclados y el resto es de proveedores de proximidad. Un depósito de agua de lluvia con una capacidad de 700.000 litros permite ahorrar el 75% de este recurso y reconducir el agua recogida a consumos varios, como el riego de la garnacha tinta. Toda la energía que se utiliza es renovable certificada y proviene, en gran parte, de la Geotermia ya que los cimientos del taller son 500 pilotes bajo tierra que aprovechan la temperatura del subsuelo para generarla.
Nos han sorprendido las enormes salas diáfanas, sin pilares para favorecer la fluidez del trabajo, y la sala con 600 botas, de una belleza sobria, donde se puede apreciar el nivel de detallismo de los RCR en el color y textura de las paredes. A partir de una mezcla de arenas claras y hormigón han logrado una tonalidad, que han llamado Pantone Perelada, que quiere simular la sensación de estar dentro de una bota de madera. Hacia el final del recorrido de audiovisuales sensoriales creados por los propios RCR, de pasarelas imponentes y de salas de producción, se llega al llamado templo. Un espacio de una elegancia intimidadora dedicada a la cata en vertical y, sobre todo, a la experimentación de vinos exclusivos y vinos sostenibles en la DO Empordà.