Gracias a la exposición conjunta y distribuída entre el Museo Picasso de Barcelona y la Fundación Miró, hemos descubierto no sólo la larga y fructífera amistad que unió a Pablo Ruiz Picasso y Joan Miró, sino también el diálogo que estos dos artistas imprescindibles del Arte del siglo XX mantuvieron a partir de sus obras.
De ambos se pueden decir infinidad de adjetivos, pero el pensamiento más recurrente que nos venía a la cabeza mientras visitábamos la exposición Miró-Picasso fue el inconformismo que les llevó a la búsqueda insaciable de nuevas fórmulas, su evolución constante y su atrevimiento con registros inéditos, a pesar de haber alcanzado ya el status de referentes.
Más allá de las afinidades artísticas o de sus divergencias -por ejemplo, en el uso del color- con esta exposición hemos podido apreciar su cruce de caminos y su vaivén de influencias, que se puede observar en las pinturas y también en documentos expuestos, como el cuaderno donde Miró escribió que debía hacer una obra de grande formato como la de Pablo.
Picasso y Miró compartieron intereses como la cerámica, la escritura, la poesía, la escultura… y en todas las disciplinas primó su espíritu libre y transgresor, con el que dejaron atrás el clasicismo y exploraron más allá de los límites de la pintura. La parte de la exposición que alberga la Fundació Miró también nos ha permitido ser testigos del proceso creativo de algunas obras, algo que habitualmente no se muestra en los museos y que resulta clarificador porque aporta mucha información sobre la creatividad artística.
Tras recorrer las diferentes salas en las que se compara en positivo a estos dos artistas coetáneos y que evolucionaron en paralelo, seguimos comentando la exposición paseando por la azotea del espléndido edificio de Josep Lluís Sert, con vistas a Barcelona. Llegamos a la conclusión de que, si lo extrapolamos al presente, su sed de probar cosas “nunca vistas” sería algo parecido al actual I + D + i. Una investigación, desarrollo e investigación que supera la autocomplacencia y abandona el status quo para seguir la necesidad instintiva de indagar, probar, experimentar, arriesgar, ponerse a prueba y, de forma indirecta, generar influencias de una forma que sólo hacen los genios.
