Si hay un momento del año en el que las casas adquieren un mayor protagonismo, es por Navidad. Durante estas fechas, nuestro hogar se convierte en un colaborador necesario para celebrarlas con bienestar y reunir a la familia en un entorno acogedor, engalanado con elementos que nos sitúan en esta época de tanta tipicidad. Es también un momento para inspirarnos, divertirnos y emocionarnos mientras creamos nuestro propio ambiente navideño.
La Navidad empieza en el momento de colocar el árbol. Su presencia nos anuncia, a diario, que se acercan las fiestas, los reencuentros, los regalos, los brindis… Con los años, debido a una mayor consciencia ecológica, el abeto natural es cada vez más reemplazado por opciones sostenibles. Para compensar su artificialidad, podemos ir al bosque a recoger piñas y ramas caídas de pino, eucaliptus, magnolio, etc. Una vez en casa, hay la opción de respetar su esencia raw o la de teñir las hojas con un spray de pintura dorada, por ejemplo, y colocarlas delicadamente en el árbol para aportarle naturalidad, frescura y aroma.
Además de bolas transparentes, en las ramas más bajas podemos colgar paquetitos, con algún dulce o pequeña sorpresa, envueltos con cariño para que los pequeños de la casa lo cojan directamente. Resulta divertido colocar el resto de regalos a los pies del árbol, dentro de telas de saco de yute con cuerda, como rastro del paso de Papa Noël.
Otras partes de la casa también se pueden decorar con elementos de la Naturaleza, como son el adorno o corona en la puerta de entrada y las mesas. Es importante que estas decoraciones menores mantengan una coherencia con el árbol como elemento principal. Para conseguir esta uniformidad de estilo, además de los elementos naturales, debemos elegir un par de tonalidades predominantes, como el dorado y el blanco o el dorado y el negro. Las coronas las podemos crear de forma artesanal con círculos de algún material que se pueda reciclar o reutilizar, como el porexpan cortado con láser a la medida deseada, y envolverlo con una ropa de hilo que respete la gama cromática. Podemos incluir también ramas de árbol o arbustos y luces, e incluso convertir estos centros en lámparas que cuelgan del techo.
La mesa también debe seguir el hilo conductor del árbol y, a partir de él, crear un montaje sencillo y elegante. Una buena base puede ser un mantel de tela de Damasco en negro, que además de adornar con sus dibujos, es un tejido que tiene cuerpo y buena caída, es fácil de lavar y no necesita planchado. Sobre esta mantelería de fiesta y, acompañando la vajilla, cubertería y cristalería, debemos dejar espacio para centros de mesa que compartan elementos decorativos con el árbol y las coronas, como ramas naturales, bolas transparentes y retales de ropa de hilo. Estos centros pueden estar iluminados por luces bajas, lucecitas pequeñas asociadas a la Navidad, velas de diferentes tamaños e, incluso, velas flotantes con vegetación.
Y, como todo en Navidad, dependerá también de la ilusión que le pongamos, nuestras ganas de celebrar y de dejar volar la imaginación.