Entre mis referentes contemporáneos, hoy me fijo en el trabajo de Piero Lissoni, cuyo estilo coincide bastante con el mío y que además me interesa especialmente desde un punto de vista multidisciplinar. El italiano es uno de los pocos que practica la arquitectura, el interiorismo, el diseño de objeto y mobiliario y la dirección de arte para marcas de primera línea. En mi último viaje a Milán, tuve la oportunidad de visitar su estudio, fundado en 1986 junto a Nicoletta Canesi ya con la idea de combinar disciplinas, hasta el punto que diez años más tarde ampliaron su trabajo a la comunicación visual, la identidad de marca, la publicidad, o la edición y que hoy es responsable de la imagen del Festival de cine o la Bienal de Venecia.
A nivel arquitectónico es bonito ver cómo Lissoni y su equipo internacional han conseguido crear un universo de proyectos que incluye la creación de villas privadas, edificios residenciales, oficinas, fábricas, teatros, restaurantes, hoteles e incluso barcos. Entre ellos, mi preferido es el Hotel Conservatorium de Amsterdam, que abrió sus puertas en 2012 en el distrito museístico de la ciudad convirtiendo un edificio del siglo XIX diseñado por el arquitecto holandés Daniel Knuttel. El hotel cuenta con 129 habitaciones de lujo, espacios comunes de encuentro, un centro balneario, restaurantes y bares de distintos ambientes. El atrio construido a máxima altura se funde con el exterior original de piedra mientras una escalera de acero corten y múltiples pasadizos acentúan el ambiente monacal con ventanas arqueadas y portales conservados del edificio orginal. El interior se resolvió con elementos antiguos que evocan su pasado musical.