Hemos aprovechado la oportunidad que nos ha brindado nuestra ciudad, Barcelona, de ver Arte sobre Arte. Ha sido en la exposición sobre Jaume Plensa en La Pedrera, titulada “Poesía de silencio” y dedicada en esta ocasión a la vertiente más literaria del artista, que utiliza tanto la letra como el silencio como elementos constitutivo de su obra.
Hace ya muchos años que descubrimos y seguimos la obra de Plensa, así que lo que realmente nos ha sorprendido ha sido poder ver algunas de sus esculturas sobre figuras humanas, alfabetos y notas musicales, enmarcadas en un edificio tan singular y patrimonio mundial de la UNESCO como es la Casa Milá de Gaudí.
Más allá de un primer recorrido por las salas de exposiciones a través de un centenar de piezas, algunas menos conocidas como los Serpentine Mobiles, hemos continuado paseando por los patios, buhardillas y la azotea de La Pedrera para descubrir las ocho piezas que durante unos meses han conjugado dos tiempos verbales, el presente de Plensa y el pasado de Gaudí.
Además del identitario y enorme rostro blanco que, enfrente del edificio y en pleno Paseo de Gracia, ha sido un eficaz cartel de la exposición durante el tiempo que ha durado, hemos podido apreciar otras obras bajo los arcos catenarios de la “volta” catalana que sostienen la azotea. Y en ella, en lo alto del edificio y al aire libre, el diálogo que Plensa ha creado entre dos de sus obras, Silent Music IV y Day-Night, y las chimeneas-centinela de Gaudí.
Este perfil inédito en la azotea nos confirmó la buena idea de que la exposición de Plensa traspasara los límites de las salas para invadir, con elegancia, todo el edificio. Ello generó una serie de imágenes impactantes y efímeras, por lo que celebramos haber sido testigos de esta superposición temporal de dos épocas de la historia del Arte y de dos artistas cuya obra ha trascendido a escala internacional.
